María Fernández habla en el Ateneo de Madrid sobre el humanismo y la tecno medicina en la sanidad del siglo XXI

El pasado 12 de enero, el Ateneo de Madrid, en su sección de Ciencias de la Salud, celebró una jornada dedicada a La Sanidad en el siglo XXI: humanismo y tecno medicina. Presentado por Belén Rico y moderado por Julio Ancochea, estuvieron presentes Antonio Sacristán, médico oncólogo y paliativista; Alfonso Gómez, médico psicoanalista y la vicepresidenta 1º de la semFYC, María Fernández.

En su discurso, Fernández se refirió a la estrecha relación de la Medicina de Familia y Comunitaria con la persona, el paciente, el ser humano que sufre una enfermedad, no solo con la enfermedad.

 

A continuación, el discurso completo:

HUMANISMO Y TECNO MEDICINA

Humanismo es una filosofía de la vida democrática y ética que afirma que los seres humanos tienen el derecho y la responsabilidad de dar sentido y forma a sus propias vidas.

En el contexto sanitario, el concepto de humanización suele hacer referencia al abordaje integral de la persona, es decir, a su extensión holística, donde interactúan las dimensiones biológica, psicológica, social y conductual /cultural

«…el gran reto del sistema sanitario del siglo XXI será lograr que el paciente vuelva a ser protagonista de las actuaciones de todos los profesionales».

Hno. Pierluigi Marchesi O.H

A muchos les puede resultar hasta cierto punto paradójico que se hable de “humanizar” la atención sanitaria o los servicios de salud, cuando la esencia de estos es el ser humano; y el origen de las instituciones sanitarias surge precisamente de la necesidad de que alguien atienda a la persona enferma. Sin embargo, la creciente tecnificación de la asistencia sanitaria, la prioridad por la búsqueda de la eficiencia y el control de los costes, la presión asistencial, la masificación, la falta de tiempo, el trato inadecuado e impersonal a la persona enferma, han hecho que con frecuencia, el personal sanitario pueda anteponer aspectos meramente administrativos, económicos o procedimentales a la prestación de un auténtico servicio orientado al ser humano.

Por otro lado, la práctica sanitaria actual aparece estrechamente vinculada al avance técnico y científico (algunos lo han llegado a calificar incluso como “fascinación tecnológica”), y conlleva como nunca antes una insospechada capacidad de poder sobre las personas. Ese poder, en ausencia de unos claros referentes éticos, puede conducir al vértigo del dominio y la manipulación más deshumanizante y cruel, en lugar de lo que realmente debiera ser: simple acto Médico–paciente cercano, empático y humano.
Humanizar la sanidad significa personalizar la atención, porque detrás de cada enfermedad hay una persona que está viviendo su experiencia de una manera determinada y tiene que incorporarla en su vida. Hay cosas que no se pueden sustituir, como la presencia de un ser humano ante los pacientes que están sufriendo dolor: una mirada, unas palabras, una sonrisa, mostrar calidez, escuchar, tener empatía y comprensión ante la situación del otro.

El valor que mejor define la especialidad de medicina de familia es el humanismo. Es una competencia básica. Porque somos especialistas en personas y estamos cerca de cada persona, de cada familia y de cada comunidad. Es inherente a nuestra práctica profesional estar abiertos a las situaciones de las personas.

De hecho, siempre me ha llamado la atención que cuando a un médico o médica se le pregunta su profesión, suelen decir… “soy traumatólogo, soy cardiólogo, dermatólogo…”. Pero un especialista en MFyC… dice soy médico de familia , o médico a secas.

La especialidad de Medicina de Familia y Comunitaria podríamos decir pues, que es la más humanista por ser la que está más centrada en la persona.

Humanización de la asistencia, podrían señalarse algunos de los siguientes:

• Atención centrada en la persona

• Calidad de trato personal

• Información adecuada y suficiente

• Comunicación comprensible…

Sin embargo, en los últimos dos años todo esto se ha puesto claramente en peligro debido al conocidísimo SARS-COV-2. La pandemia de COVID-19 ha puesto en jaque a los sistemas sanitarios mundiales, y el nuestro no podíaa ser diferente, pese a haber sido reconocido durante años como uno de los mejores del mundo debido a su universalidad, accesibilidad, sostenibilidad… En gran parte por disponer de una AP fuerte y potente.

En España, el sistema pivota sobre la Atención Primaria. La detección de casos, el estudio de los contactos más cercanos, la prescripción de las bajas correspondientes y la atención a los enfermos de COVID-19, añadida a la atención habitual, han supuesto una carga en muchas ocasiones insoportable para los centros de salud. Esta sobrecarga, añadida a una ya muy precaria situación anterior, ha imposibilitado mantener nuestras señas de identidad: accesibilidad, longitudinalidad, atención integral, presencialidad y equidad. Mantener el sistema de testeo y rastreo, gestionar los casos positivos por autodiagnóstico en asintomáticos, asumir la vacunación y afrontar las consecuencias de la pandemia han desplazado las actividades preventivas, el diagnóstico de nuevas enfermedades graves o el control de enfermedades crónicas. Las consecuencias negativas de todo ello se verán en un futuro inmediato.

El MFyC trata de ayudar al individuo y a la comunidad, por lo que la promoción y prevención de la salud son parte de nuestro cometido, y como parte tal, los médicos de familia debemos trabajar por entornos saludables. La enfermedad es a menudo un reflejo de las condiciones sociales, incluido el entorno natural en el que vivimos y trabajamos”. En este sentido, abogamos por trabajar por entornos más saludables en nombre de los valores del humanismo porque “el humanismo, es la base del trabajo diario de nuestros médicos y médicas”.

Para ello debemos hacer una práctica clínica con orientación comunitaria, es decir, que todo lo que hacemos diariamente en la consulta lo hagamos teniendo en cuenta cuál es el contexto en el que los pacientes están desarrollando sus condiciones de vida habituales.

Y para poder retomar y mejorar lo que hasta ahora estábamos haciendo, necesitamos:

• Recursos humanos y económicos adecuados, además de dejar de ser el patito feo.

• Tiempo adecuado para dedicar a nuestros pacientes por consulta, poder escuchar, acompañar, acudir al domicilio y entorno real del paciente, hacer comunitaria…

• Capacidad de resolución adecuada con un catálogo completo de pruebas diagnósticas en las mismas condiciones que el resto de las especialidades.

• Dejar de hacer para poder HACER. Debemos implementar más activamente la cultura del «NO Hacer», la seguridad del paciente y la prevención cuaternaria para que se extienda por todos los dispositivos asistenciales y todas las especialidades. 
LA COVID nos ha hecho retroceder claramente!!!! Las actividades innecesarias o nocivas, además de consumir recursos que no se dedican a otras actividades necesarias, ponen a los pacientes en situación de riesgo.

• Fomentar el trabajo en equipo REAL con enfermería y otros profesionales.

• No debemos dejar de lado nuestro segundo apellido: “COMUNITARIA”. Tenemos que salir a la comunidad y ver lo que realmente sucede en los barrios, palpar la situación real en donde se mueve el paciente. “El código postal es mas importante para la salud que el código genético”.

Su forma de enfermar, de sanar, de escucharte, de seguir las indicaciones o de entender lo que tratas de explicarles es también diferente según el barrio en que vivan los pacientes, cuánto ganen, a qué clase social pertenezcan ellos o pertenecieron sus padres…

• Acompañamiento del largo superviviente.

• Valor de cribados que SÍ aporten valor.

• Salud planetaria: Consiste en entender que la Salud no solamente depende de la fortaleza del Sistema Sanitario de un país, sino que también está estrechamente relacionada con las cuestiones medioambientales que nos rodean. Cuidar el planeta es una forma de cuidar nuestra salud. Está demostrado que el contacto con la naturaleza, el origen de la comida que comemos o la calidad del aire que respiramos tienen un efecto directo sobre nuestra calidad de vida.

Los médicos de familia prescribimos Salud Planetaria. Cada día aconsejamos decenas de veces ante decenas de pacientes que hay que hacer más ejercicio, seguir una dieta equilibrada, evitar alimentos procesados, tener en cuenta de dónde procede lo que consumimos, la calidad del aire, moverse de forma sostenible… También trabajamos y nos esforzamos para que nuestras consultas sean sostenibles.

Por sus propia estructura, organización y características o atributos (accesibilidad, proximidad, integralidad, integración/coordinación de cuidados, continuidad de los profesionales, longitudinalidad, proactividad, abordaje multiprofesional, orientación comunitaria) y a pesar de las dificultades y problemas existentes largamente denunciados (exceso de demanda, sobrecarga asistencial, falta de disponibilidad de tiempo) la Atención Primaria sigue siendo un ámbito emblemático para la humanización de la asistencia sanitaria. Cuenta para ello con un arma fundamental, casi inalcanzable para el resto de las especialidades y niveles: la capacidad de construir relaciones personales duraderas con cada paciente, basadas en la confianza.

Querría terminar con unas palabras de Albert J. Jovell († 2013), fundador y Presidente del Foro Español de Pacientes quien, en su doble condición de profesional y paciente, decía:
«No todo es medicina en el tratamiento del cáncer. No todo es razón, no todo es técnica y procedimiento. Lo importante es el enfermo, no la enfermedad.»

Y, sin embargo, se preguntaba: «¿Nos estamos acercando los médicos tanto al objeto –la enfermedad- que nos olvidamos del sujeto –la persona enferma-?» afirmando que, en su opinión «…los médicos nos sentimos cada vez más dependientes de la tecnología y menos predispuestos a tender físicamente una mano al paciente.»

Las prisas, la sobrecarga asistencial o la falta de tiempo, pueden hacer olvidar que «cuando una persona acude al Sistema Sanitario espera encontrar no sólo la competencia técnica de los profesionales, sino también a otras personas capaces de transmitirle seguridad, confianza y respeto acerca de sus decisiones.»

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